Paco Abadal en ‘Motor Clásico’
3/11/2013Durante el presente año, varias han sido las publicaciones especializadas que han dedicado sus páginas a la figura de Paco Abadal y a la firma que representó. En esta ocasión, por su interés, reproducimos el reportaje publicado en el número de junio de la revista ‘Motor Clásico’.
Paco Abadal: un emprendedor irrepetible
En el año en que se conmemora el centenario de la creación de la marca Abadal y Cª, repasamos la biografía de un deportista y empresario con una tenacidad equiparable a la de pioneros como Henry Ford.
Texto: Bernardo Valadés. Fotografías: Archivos ACPA/B.V.
Ciertamente, aunque el término emprendedor está de moda, el mismo no es nuevo y puede aplicarse a los grandes pioneros de la automoción, desde Karl Benz y Gottlieb Daimler hasta la familia Peugeot o los hermanos Renault, sin olvidar a Henry Ford, precursor en la producción de automóviles para las masas.
Y es precisamente en un volumen dedicado a la firma del óvalo en el que encontramos una cita del que fuese presidente de EEUU, Harry S. Truman, que hace alusión a una tenacidad aplicable a personajes como el propio Ford o al que, a partir de ahora, será protagonista del presente reportaje, Paco Abadal: “Son los hombres los que hacen la historia, no al revés. En períodos en los que no existe liderazgo, la sociedad se paraliza. El progreso se produce cuando aparecen líderes valientes y aptos que aprovechan la oportunidad de cambiar las cosas para mejor”.
A golpe de pedal
En España, uno de esos líderes primigenios estuvo encarnado en la figura de Francisco Serramalera Abadal (1875-1939), popularmente conocido como Paco Abadal. Aunque nació en Manresa, fue en Barcelona donde, desde temprana edad, comenzó a involucrarse en la actividad industrial. Hijo de emprendedores que registraron numerosas patentes, Abadal creció en una época en la que tanto el negocio familiar como la Ciudad Condal experimentaron interesantes transformaciones.
A finales del siglo XIX, la bicicleta ganaba adeptos como medio de transporte, algo que no pasó desapercibido para Narciso Serramalera. Así, el progenitor de Paco Abadal no tardó en especializarse en el mantenimiento de los entonces denominados velocípedos, protagonistas, además, de unas competiciones que tuvieron en Cataluña su máxima eclosión. No es de extrañar, pues, que Paco Abadal acabase cautivado por una especialidad deportiva en la que obtuvo un centenar de triunfos entre 1894 y 1904.
El triciclo de Bonet i Dalmau
Volviendo a la actividad empresarial de la familia Serramalera Abadal, el negocio de la misma estaba ubicado en la calle de Muntaner, a escasas manzanas del paseo de Gràcia. Por lo tanto, es posible que, durante 1890, un joven Paco Abadal llegase a ver circular por tan popular arteria el triciclo con motor Daimler patentado por Francesc Bonet i Dalmau, pionero de la automoción española.
Los automóviles ganaban auge, sobre todo en la vecina Francia, y Abadal no tardó en quedar enganchado a la gasolina. Y lo hizo coincidiendo con los últimos años de su etapa ciclista, en calidad de comercial del concesionario Pujó Hermanos, un cargo en el que empezó a despuntar como relaciones públicas. Pero, lejos de conformarse con ser un empleado, Paco Abadal, como en las carreras de velocípedos y motociclos –en las que también destacó hasta 1906–, deseaba que su nombre adquiriese protagonismo en un sector en el que acabó desenvolviéndose como pez en el agua.
Impulsor de Hispano-Suiza
Para ello, lógicamente, lo primero era poner en marcha un establecimiento del ramo. Y lo hizo en 1902, año en el que adquirió Auto-Garage Central a los empresarios Francisco Truco y Joan Masfarré –rival de Abadal en los velódromos–, trasladando su sede original de la Rambla de Catalunya a las emblemáticas instalaciones de Consell de Cent.
En ellas comenzó comercializando automóviles, motocicletas y velocípedos de la firma francesa Clément, estrechamente vinculada a Paco Abadal en el ámbito deportivo. Y si bien el negocio gozó de una merecida reputación desde su puesta en marcha, fue a partir de 1904, a raíz de convertirse en concesionario de Hispano-Suiza, cuando inició su época de esplendor.
Como se ha indicado anteriormente, Abadal destacó como sportsman y relaciones públicas. Y a él deben atribuírsele los primeros éxitos de Hispano-Suiza en las incipientes pruebas racing –caso del récord de la subida a Vista Rica, la participación en la exigente Coupe des Pyrénées o en la ascensión al Monte Igueldo– y en la captación de clientes como el rey Alfonso XIII, con el que mantuvo una estrecha amistad.
La misma se inició en 1905, año en el que el monarca, en su visita al castillo de Sagunto, quedó gratamente impresionado con las prestaciones del Hispano-Suiza 20 HP y la pericia al volante de Abadal. Con posterioridad, ambos realizaron algunas excursiones con modelos de dicha marca, entre ellos el seis cilindros (Tipo 60) que testaron tanto en Madrid, con motivo del primer Salón del Automóvil de la capital, como en Barcelona en 1907.
Creación de Abadal y Cª
Pero, a pesar de que la relación entre Paco Abadal e Hispano-Suiza parecía idílica, la misma se rompió en 1913. ¿Las razones? Quién sabe… El primero llegó a participar en la Copa Catalunya de 1908 con un Lion-Peugeot y en su concesionario se vendían automóviles de varias marcas, licencias que, a buen seguro, no fueron del agrado de la firma catalana.
Lo cierto es que ambas partes se desligaron y Abadal, gracias al apoyo económico de su suegro, Joaquín Durán, y al acuerdo con el fabricante belga Impéria, acometió la puesta en marcha de una marca propia: Abadal y Cª. Este año, pues, se cumple el primer centenario de la creación de una firma emblemática que, inspirándose en el modelo Alfonso XIII de Hispano-Suiza, desarrolló unos automóviles que llegaron a adquirir una gran reputación en España, Portugal o Francia, como lo acredita su protagonismo en el Salón del Automóvil de París.
Un éxito que no tuvo continuidad debido a la ocupación de Bélgica –donde se producían los chasis y motores de los Abadal y Cª– por las tropas alemanas en 1914. La marca cesó su actividad y Paco Abadal se vio obligado a abordar un nuevo proyecto.
Alianza con General Motors
El mismo vio la luz a finales de 1916 tras la alianza de la casa Abadal con General Motors. Nacían así los Abadal-Buick, que, además de tener una gran aceptación comercial, sumaron notables éxitos deportivos con el popularmente conocido como Centella, bólido que brilló en manos del propio Paco Abadal o de Pascual Sogas en la madrileña Cuesta de las Perdices y en la Copa Ordal.
Los Abadal-Buick se comercializaron hasta 1919, pero el empresario catalán, aún con brío, afrontó dos retos más en los que dejó su sello inconfundible: una nueva alianza con la resucitada Impéria –fruto de la cual surgió la marca belga Impéria-Abadal (1920-1923), cuyos automóviles estaban inspirados en los originales Abadal y Cª– y el Abadal-Hupmobile, un modelo basado en el desarrollado por Hupp Motor Company en 1930 y que, por problemas económicos, no tuvo continuidad.
Los talleres y garajes Abadal se mantuvieron activos hasta más allá de la mitad del siglo pasado, pero la ausencia de su fundador provocó que los mismos no lucieran como antaño. Al frente ya no figuraba un personaje querido y admirado dentro y fuera de nuestras fronteras.
Repasando la trayectoria de Paco Abadal, surge cierta hipótesis: ¿Qué habría pasado si, en lugar de en Barcelona, hubiese invertido, como Henry Ford, parte de su dinero en Dearborn (Míchigan)? Lo mismo hoy estaríamos hablando de la Abadal Motor Company. En cualquier caso, no se puede negar que Paco Abadal fue un emprendedor irrepetible.